Por el reconocimiento

No tenemos queja posible. La gente es amable, seria pero generosa y extremadamente hospitalaria. Los paisajes de montaña son espectaculares, y esconden sus iglesias y monasterios que resuenan con siglos de historia. La comida es muy fresca (dolma, ¡mmmm!), moverse ha resultado sencillo y acampar también. Sin embargo, y aunque le vemos un gran potencial turístico (quizá más perfilado a otro tipo de viajero, más montañero o religioso), a nosotros, por algún motivo que no sabemos explicar, Armenia no ha acabado de conquistarnos.

Guardaremos muy buenos recuerdos de su gente y sus montes, y, sobre todo, nos marchamos con el privilegio de haber conocido más de cerca su historia y su reividicación, a la que nos sumamos en este centenario. Como dice el cartel de la foto (parte de una muy buena serie que cubre Ereván este año), condenando el primero podríamos haber evitado el segundo.

162

Deja un comentario